Primera oportunidad

El viernes me encontré a Laura. Fue un segundo. No duró más. Un solo segundo. Pero para mi fue eterno.

Me dirigía yo al mercadillo medieval que estaba expuesto en mi ciudad. Mi hija en la mochila. Mi pareja de la mano. La multitud rodeándonos. De entre esa multitud surgieron dos jóvenes. Las dos caracterizadas de la época. Hacían una pareja perfecta. La amiga con el pelo liso, largo, rubio platino. Mi ex-novia con su melenita morena y ondulada. Un verdadero placer para los sentidos. Aunque en ese momento solo se pudiera deleitar el de la vista. Dos auténticos angelitos del infierno que harían las delicias del más pintado.

Las dos reían. Caminaban y hablaban entre ellas. Pasaron a escasos cinco metros de mi. No se percataron de mi presencia. Y volvieron a ser engullidas por la verdadera multitud que nos rodeaba. Tuve tiempo de reaccionar. Tuve tiempo suficiente como para llamar su atención. Tuve la oportunidad de pararlas y hablar con ellas durante unos minutos. Pero la dejé pasar. Luego me arrepentí toda la noche. Estuve de mal humor y refunfuñando por todo, por culpa de mi gran error.

¿Que me hizo detenerme? ¿Que es lo que me pasó para no alzar mi voz y tener esa conversación que tanto ansío desde hace tanto? No lo se. Pero me gustaría tener una segunda oportunidad para comprobarlo. Una segunda oportunidad que no llegará en mucho tiempo. Pero una segunda oportunidad que pienso aprovechar.